Mito o realidad: qué hay de cierto en la teoría de que los celulares escuchan conversaciones

¿A quién no se le cruzó alguna vez la idea que su celular lo estaba «escuchando»? La escena ya es un clásico de los tiempos que corren: minutos después de mencionar en voz alta un determinado producto o destino turístico, una publicidad sorpresivamente personalizada aparece en redes sociales o el navegador del teléfono.
Leandro Cuozzo, analista de la agencia de seguridad informática Kaspersy, reconoció que el si bien el celular puede tecnicamente escuchar conversaciones, al fin y al cabo «es un mito urbano».
«Esta falsa creencia se hizo popular por la gran proliferación del marketing dirigido, donde los anuncios que vemos online parecen haberse creado específicamente para nosotros o que directamente fueron extraídos de nuestras conversaciones diarias», aseguró en una charla con Clarín.
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Entonces, encontrarse con publicidades sospechosas después de mencionar determinado tema, ¿es casualidad? En realidad, no: los teléfonos recopilan una cantidad significativa de información sobre sus usuarios, incluso sin la necesidad de utilizar el micrófono: la ubicación, actividades en internet y las interacciones con las aplicaciones son algunos de los datos más sensibles.
Todas esa información puede utilizarse para crear perfiles de usuario en base a sus intereses, búsquedas y hábitos, que luego pueden utilizarse para mostrar publicidad personalizada, como puede verse en Instagram.
Los gigantes de la industria mobile se alimentan de los datos de sus usuarios. Ellos necesitan imperiosamente la recopilación y análisis de grandes cantidades de información que, al fin y al cabo, son fundamentales para generar campañas publicitarias en Internet. Una suerte de «escucha» secreta para el usuario desprevenido.
De acuerdo a su política de privacidad, Google asegura capturar de sus usuarios las preferencias y datos de uso, mensajes de Gmail, perfil de Google+, fotos, videos, datos del historial de navegación, búsquedas de mapas, documentos y otro contenido alojados en su nube. Luego, toda esa información es compartida con redes de publicidad que utilizan algoritmos potentes para personalizar los anuncios según sus intereses y comportamientos.
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