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Estos son los cinco hábitos que te pueden ayudar a ser feliz a los 60 años: claves para afrontar esta etapa con equilibrio y bienestar

Con el paso de los años, en especial tras cumplir los 60, muchas personas atraviesan momentos de tristeza o decaimiento. Sentir estas emociones es completamente natural, aunque si se prolongan en el tiempo pueden llegar a ser desgastantes. Algunos hábitos pueden ayudar a recuperar el equilibrio y fortalecer el bienestar diario.

Según un estudio citado por Arthur C. Brooks, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, hay comportamientos concretos que pueden influir positivamente en la felicidad durante la madurez.

Brooks ha reflexionado sobre este tema desde la perspectiva del envejecimiento saludable y emocionalmente activo.

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Uno de los puntos clave del estudio es la importancia de rodearse de personas con las que se pueda construir vínculos duraderos. Estas relaciones pueden ser familiares, de pareja o de amistad, y lo importante es que estén basadas en la confianza, la comprensión mutua y la cercanía emocional.

La conexión humana sigue siendo esencial a cualquier edad, y cultivar lazos con personas que estén en etapas similares puede generar un espacio compartido de comprensión y apoyo.

Pasar tiempo de calidad con otros no solo reduce la sensación de soledad, también aporta motivación, consuelo en momentos difíciles y la posibilidad de compartir intereses. A menudo, estos vínculos ofrecen un sentido de propósito que contribuye de forma significativa al bienestar general.

Cuidar la salud sin rigidez

El estudio también sugiere prestar atención a la salud física como una forma de contribuir al bienestar general. Dormir bien, mantener una alimentación equilibrada rica en frutas y verduras, y beber agua con regularidad son hábitos sencillos que pueden mejorar el estado de ánimo y la energía.

En este sentido, también se aconseja evitar el consumo excesivo de alcohol y dejar de fumar.

Estas prácticas, además de beneficiar al cuerpo, tienen un impacto positivo en la estabilidad emocional. Cuidarse no implica ser estricto ni exigente, sino tomar decisiones diarias que ayuden a sentirse mejor a corto y largo plazo.

Estimular el pensamiento

Mantener la mente activa es otro aspecto que se destaca. Brooks menciona que actividades como resolver acertijos, enfrentarse a pequeños retos cognitivos o simplemente leer con frecuencia, ayudan a conservar el funcionamiento mental y mantener el interés por el entorno.

No se trata de competir ni de exigirse resultados, sino de seguir ejercitando la atención, la memoria y la reflexión.

Otros ejemplos pueden ser aprender algo nuevo, escribir, armar rompecabezas o escuchar podcasts informativos. Todas estas actividades tienen en común que ayudan a mantener la curiosidad y el dinamismo mental, lo que puede contribuir también a mejorar el ánimo.

Bienestar sin fórmulas mágicas

A lo largo del estudio, no se plantea la felicidad como una meta única ni como un estado permanente. Más bien, se trata de construir un entorno en el que el bienestar emocional pueda sostenerse día a día.

Las emociones, incluidas las difíciles, forman parte de la experiencia humana, también en la vejez.

Los hábitos propuestos no eliminan los problemas, pero pueden hacer que la forma de enfrentarlos sea más llevadera.

Sentirse acompañado, tener rutinas saludables y encontrar tiempo para uno mismo son formas posibles de transitar esta etapa con mayor serenidad.

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