«Incertidumbre en el Cono Sur: venezolanos en Chile dudan de las deportaciones masivas, pero temen un brote de xenofobia»

Las declaraciones del presidente electo de Chile, José Antonio Kast, sobre los migrantes que residen en el país sin estatus regular han generado preocupación entre comunidades extranjeras, especialmente la venezolana. Sin embargo, especialistas y migrantes consultados por TalCual coinciden en que eventuales deportaciones masivas hacia Venezuela no serían viables ni desde el punto de vista logístico ni legal, aunque advierten que el nuevo escenario podría traducirse en un entorno más restrictivo y hostil.
Kast, quien asumirá la presidencia el 11 de marzo de 2026, ha reiterado que los 336.000 migrantes en situación irregular que viven en Chile, equivalentes a 17,6 % de la población extranjera según el Instituto Nacional de Estadísticas, deben retornar de manera voluntaria a sus países de origen y costear sus pasajes. En caso contrario, ha advertido sobre sanciones y expulsiones, con prohibición definitiva de reingreso. También ha anunciado que no impulsará procesos de regularización masiva y que evaluará retirar beneficios sociales en áreas como salud, vivienda y educación a quienes no tengan documentos en regla.
Jasmín Rodríguez, venezolana de 40 años que llegó a Chile en junio de 2022 junto a sus dos hijas, relata que su situación migratoria irregular limita incluso actividades básicas de su vida diaria. Aunque sus hijas están regularizadas, ella depende de la documentación de su madre para cobrar el salario que obtiene cuidando adultos mayores. Considera que el panorama se tornará más difícil, no por una expulsión directa, sino por mayores obstáculos administrativos que presionen a los migrantes a marcharse por cuenta propia. A su juicio, deportaciones masivas hacia Venezuela no son realistas debido a la ausencia de relaciones bilaterales y a las dificultades de recepción en otros países.
Rodríguez afirma que desde su llegada vive con temor constante, no tanto a una expulsión como al aumento del rechazo social. Señala que evita salir de noche y percibe un incremento del discurso de odio contra los venezolanos, el cual asocia con experiencias previas vividas en su país de origen.
Padrón considera poco probable que el nuevo gobierno implemente redadas migratorias similares a las realizadas en Estados Unidos. No obstante, admite que existe un ambiente de alerta entre los migrantes, lo que ha llevado a algunos a abandonar el país de manera preventiva. Asegura que la mayoría de los venezolanos permanece en Chile por necesidad y en busca de mejores oportunidades frente a la crisis que atraviesa Venezuela.
Ambos coinciden en que el endurecimiento de las políticas migratorias podría materializarse en mayores controles, más burocracia y restricciones en el acceso a derechos, así como en un discurso público que refuerce la xenofobia, más que en expulsiones a gran escala.
Kast también ha planteado estudiar cambios legales para que los hijos de migrantes nacidos en Chile no obtengan automáticamente la nacionalidad. Estas propuestas han despertado inquietud en distintos sectores. El arzobispo de Santiago, cardenal Fernando Chomali, manifestó su preocupación tras una reunión con el Papa León XIV en Roma, al destacar el aporte de los migrantes, especialmente en áreas como la salud y la agricultura, y subrayar su proceso de integración a la sociedad chilena.
Pese a las dificultades, Rodríguez reconoce que Chile ha brindado estabilidad a sus hijas, quienes recientemente presentaron exámenes para ingresar a la universidad y optar por becas. Aun así, afirma que mide cada paso que da en el país y evita participar en protestas por temor a exponerse.
Padrón, por su parte, señala que no ha sido víctima directa de xenofobia en los tres años que lleva en Chile, pero advierte que existe una tendencia a generalizar y estigmatizar a toda la comunidad venezolana. Pide a las autoridades que enfoquen sus esfuerzos en combatir la delincuencia sin criminalizar a quienes trabajan y contribuyen a la economía local.
Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones estima que el consumo de los migrantes venezolanos en Chile alcanza los 2.400 millones de dólares, principalmente destinados al pago de vivienda y servicios. El informe resalta además que esta migración ha sido clave para mitigar el envejecimiento poblacional, al aportar una fuerza laboral joven con una edad promedio de 36 años.
Datos del centro de estudios Libertad y Desarrollo indican que en Chile residen cerca de 1,9 millones de extranjeros, de los cuales 42 % son venezolanos. De los 336.000 migrantes no regularizados, aproximadamente 75 % corresponde a ciudadanos de Venezuela, lo que equivale a unos 252.000 residentes en situación irregular.
Fuente: Versión Final



