EE. UU. deportó a El Salvador a venezolano que tiene tatuajes en homenaje a sus abuelas

Manuel Hernández González (23) debió ser deportado a Venezuela el pasado 16 de marzo, pero su rostro, con el cabello afeitado a cero, apareció en una de las fotos que circularon en el traslado de 238 venezolanos deportados a la cárcel Cecot de El Salvador, acusados de pertenecer a la temida banda organizada Tren de Aragua

El número de detención de Manuel Hernández González aparece en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos como liberado, no trasladado o deportado. Sin embargo, el joven venezolano nunca llegó a tierras venezolanas. Su familia se enteró por sorpresa que era uno de los 238 venezolanos deportados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), ubicado en El Salvador. Eso ocurrió el pasado 15 de marzo.

Rosamelia González y Albelis Rojas, madre y hermana de Manuel, explican desesperadas lo que están viviendo. Pertenecen a una familia que vivía en Barlovento, estado Miranda. Actualmente ambas están en Colombia. 

De Panaquire a EE. UU.

Albelis narra cómo decidió hace 4 años emigrar de su pueblo de Panaquire, aunque tenía un buen trabajo, el dinero no le alcanzaba. Pensó en su familia y logró estabilizarse en Bogotá. Al año se trajo a su hermano Manuel, quien de inmediato logró un empleo en una fábrica de muebles y posteriormente en una empresa de cigarros. Los hermanos tenían en Colombia todos sus documentos legales de permanencia.

Albelis contó que su hermano salió de Venezuela porque tampoco lograba sobrevivir con un salario de obrero en la fábrica Bimbo. Tampoco pudo terminar su carrera de policía. Abandonó la Academia de Polimiranda, ubicada en Guatire, porque sufrió un accidente en moto que le fracturó la clavícula dejándolo no apto para la actividad policial. Le faltaba solo tres meses para graduarse.

Albelis recuerda que Manuel se había hecho dos tatuajes grandes en honor a sus dos abuelas en el pecho y espalda. Luego se tatuó otros más pequeños en forma de brújula, palmeras y un mapa. Para el joven los símbolos representaban su raíces con el Caribe; así como mantener una buena orientación en la vida.

La hermana de Manuel narra cómo fue el proceso de emigrar a Estados Unidos. Asegura que el joven se ilusionó viendo como otros compatriotas habían llegado a EE. UU. y se estaban estabilizando gracias al programa de migración del anterior presidente, Joe Biden. 

El paso por el Darién

En el caso de Manuel, él decidió cruzar, junto con su pareja sentimental, en noviembre de 2024, la peligrosa selva de Darién, Panamá, para llegar a México en diciembre. Cuando se presentó, el 18 de noviembre, en migración en la frontera de México-EE. UU. la pareja fue detenida. Su novia ingresó al país americano, pero él quedó detenido por los tatuajes, según le informaron por los funcionarios de control migratorio.

Manuel inicialmente estuvo detenido en una cárcel de California, luego trasladado el 8 de marzo a un centro de reclusión en Texas. Al inicio no comían bien, le dijo a sus familiares, pero después mejoró el servicio de alimentación. Nunca tuvo acceso a un abogado o organización de derechos humanos, tampoco le permitieron visita, solo podía comunicarse por teléfono con su pareja, quien aún mantenía esperanza que no lo deportaran.

Manuel contó a sus familiares que, antes de ser trasladado a Texas, lo visitó un juez, quien le dijo que no tenía nexos con el Tren de Aragua y que su comportamiento en cárcel fue bueno. Le explicó que tenía dos opciones: permanecer tres meses en Texas y regresar a Venezuela deportado; o esperar un poco más, cerca de seis meses, para poder ingresar a EE. UU. de forma legal. Manuel aceptó la segunda propuesta.

Sin embargo, Manuel ya a finales de febrero estaba desesperado por el encierro y decidió aceptar el acuerdo de autodeportación. Firmó el documento y le dijeron que saldría hacia México el domingo 16 de marzo porque Venezuela no estaba realizando vuelos humanitarios en territorio de EE. UU. Desde esa fecha su familia perdió contacto con él.

La hermana y madre de Manuel Hernández piden información precisa de su allegado, estado de salud y si tiene atención legal. Para ellos es imposible trasladarse a El Salvador por ahora. Esperan la ayuda o acompañamiento de organizaciones de defensa de los derechos humanos en este caso que consideran ilegal y de violación de los derechos fundamentales de cualquier ser humano.

¿Cómo es el Cecot?

El Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), el penal más grande de El Salvador, cumplió dos años (enero pasado) desde que el presidente salvadoreño Nayib Bukele la mostró por primera vez en una cadena nacional. El objetivo de esta mega cárcel es recluir a los “más peligrosos” pandilleros que operaban en el país centroamericano. Los presos en Cecot no practican ninguna actividad recreativa, deportiva o educativa.

El centro de reclusión, aislado de cualquier centro urbano cercano, está ubicado a unos 74 kilómetros de la capital, en el distrito de Tecoluca, en San Vicente Sur, y tiene recluidos cerca de 15 mil reos, miembros de diversos grupos criminales como Mara Salvatrucha.

Según el gobierno de El Salvador el Cecot tiene capacidad para 40 mil personas, vigilados por 14 mil 500 guardias de prisión. Para acceder al lugar es necesario cruzar dos controles de seguridad para vehículos y no está permitido la visita, ni de familiares ni de abogados, por lo que, según las autoridades de Seguridad, los reos están completamente incomunicados.

La construcción del recinto penitenciario acarreó críticas de la oposición y de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, puesto que no se informó sobre el costo económico de la obra, ni se ha permitido la entrada de organismos de derechos humanos. Aunque el acceso es limitado, el gobierno salvadoreño permite el ingreso a creadores de contenidos multimedias extranjeros.

Con información de El Pitazo