En Venezuela las embarazadas “paren” doble, para conseguir el dinero y para hacerse una cesárea
Escuchar a una primeriza que dará a luz a su hijo por cesárea y sin la confirmación clínica, es una de las razones más comunes para el repunte de estas intervenciones en centros privados.
La Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela confirma ese 75% de incidencia en privados, mientras que en el sistema público alcanza el 35%. Una realidad para quienes pueden programar el parto y costearlo desde $490 en centros de salud subsidiados hasta llegar a los $3.000 en clínicas lujosas del este de Barquisimeto, pero la mayoría resulta innecesaria porque violan las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que obedezcan a estrictas razones médicas.
El temor al parto natural es una de las primeras justificaciones de la paciente, además que puede ser una decisión producto de la presión social y cultural.
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Todo, por la desinformación en torno a las implicaciones de estas intervenciones y de lo natural que puede ser un parto vaginal. Hay casos que niegan la segunda oportunidad al parto, porque ya tienen el precedente de la cesárea y prefieren que sea reiterativa. Así lo explica Carlos Cabrera, desde la Sociedad de Obstetricia, frente a esa inminente huida al dolor que implican las contracciones, a la sensación de desgarre de la cadera y demás implicaciones en el trabajo de parto que puede tardarse varias horas.
También se le suma, la comodidad de algunos especialistas tratantes para programar sus cupos de acuerdo a la agenda en clínicas, lo que convierte a la cesárea en una cirugía mercantilista pues sus precios pueden variar de acuerdo a la clínica, los servicios que se prestan y los honorarios profesionales. Mientras que en los centros públicos pueden temer al riesgo de incurrir en hechos punitivos, ante acusaciones de violencia obstétrica y las implicaciones de la Ley Orgánica sobre el Derecho a la Mujer a una vida libre de violencia.
Venezuela no escapa de la polémica latinoamericana desde que los registros la ubican en la primera cesárea practicada en 1.820. La paciente falleció a los dos días y su hijo vivió hasta los 80 años de edad. En aquellos momentos, era mayor el riesgo por la amenaza de alguna hemorragia, infección severa y soportar una dolorosa recuperación. Desde 2.015, la OMS determinó que la mayor incidencia de cesáreas innecesarias se ubican en América y correspondiendo a los países latinos hasta el 44% de estos nacimientos. Venezuela está en el tercer lugar, antecedido por República Dominicana y Brasil.
Las cifras dejan atrás ese estándar de la instancia internacional de no superar el 15% y de acuerdo a motivos médicos, cuando sea estrictamente indispensable para proteger la vida de la madre y el bebé. El rango que se establece fija las características para determinar el perfil de cada caso y así confirmar lo conveniente de practicar la cesárea, de acuerdo a la paridad que incluso no tenga alguna previa intervención, en función del comienzo del trabajo de parto, por la edad gestacional (parto prematuro o a término), según la presentación fetal (cefálica o podálica) y situación transversa; hasta ver lo aplicable en función de la cantidad de fetos (único o múltiple).
Cabrera, que también es director de postgrado de Medicina Materno Fetal de la UCV, señala que la data actualizada no se maneja porque no se confirma desde el sistema público. La información expresa que se trata de una cuota más baja, en comparación con la demanda de cesáreas en clínicas, pero aún así se ha incrementado a lo interno, considerando que se trataba de apenas el 10% hace tres décadas y 15 años después estuvo en alrededor de 30%.
“Se recomienda el parto natural, pero a veces no son tan sencillos como parecen y pueden ser delicados, al complicarse cuando el 5% puede presentar alteración por hipertensión y en las diferentes manifestaciones de preeclampsia, que obligan a la interrupción inmediata del embarazo”, advierte y resalta ese temor al forcep que se estigmatizó, ante los daños que puede causar un personal inexperto. Un equipo bien preparado, lo aprovecha como una técnica útil con pinzas para ayudar a la salida de un bebé en posición podálica. Una táctica que no se lleva tantos minutos y no compromete la integridad de la corteza cerebral.
Señala que la experiencia del médico es muy valiosa. De hecho, hasta solo con mirar y observar a la paciente detenidamente de espalda, no es necesario referir la pelvimetría.
Dicho estudio lo recomiendan a las 38 semanas para determinar la necesidad de una cesárea, sin embargo ha sido cuestionado por los posibles efectos de las radiaciones que generen leucemia en los niños. Un experto puede apreciar a la paciente de espalda y determinar las posibilidades del promontorio del sacro, así como la capacidad desde la espina ciática.
De allí, que reafirma que la pelvis de la mujer venezolana es mezclada y puede existir el riesgo de alguna embarazada, pero a última hora se le dificulta para el trabajo de parto, aún mostrando cierta capacidad. “Varias aborígenes se morían pariendo y esto no excluye a algunas europeas”, lamenta de esa verdad histórica que cambió gracias al apoyo de los equipos y de la debida atención de personal especializado. También destaca otra realidad desde las corrientes del parto más humanizado, con ciertas excepciones de atenciones en casa, pero a riesgo al presentar alguna complicación y no se tenga la infraestructura hospitalaria.
Los casos se individualizan y Cabrera reitera que la cultura venezolana pide cesárea, una condicionante que puede empezar desde aquellas mujeres que tienen su primer embarazo y están en la incertidumbre de todo lo que implica el parto natural que garantiza una rápida recuperación postoperatoria, mientras las cesáreas ahorran dolor y tiempo al principio, pero pueden ser relativas al tiempo de rehabilitación.
Sin que se trate de una moda, los expertos recomiendan la determinación a tiempo de la capacidad de la embarazada, de acuerdo a las evaluaciones de su anatomía y los valores de hemoglobina e hipertensión, siendo ésta última una de las más agresivas y traicioneras por la preeclampsia. Siempre al tanto de la mejor manera para proteger su vida y la del recién nacido, más allá de la ganancia que pueda implicar una cobertura clínica de cesárea o de complacer un capricho frente al pánico de parir.
Lo más sano es seguir las indicaciones de la OMS, que alerta la justificación de las cesáreas de acuerdo al estado médico, dejando atrás la pertinencia de un parto natural.
Están en aumento
Las cesáreas también se incrementaron durante la pandemia para evitar el contagio del bebé por el parto vaginal, ya que 60% de las embarazadas infectadas, son asintomáticas y es inevitable el contacto por el periné. Lo aclara Carlos Cabrera, desde el postgrado de Medicina Materno Fetal de la UCV, al considerar el pánico y prevención que ronda alrededor de esta intervención.
También explicó que los ginecobstetras son los más afectados en los decesos por Covid19, por estar más expuestos al tacto, la cercanía con el periné y al punto de poder distinguir microbios a través del olfato. Además de los aerosoles expulsados por la paciente.
Pocos aseguran la cirugía planificada
El hospital Rotario al oeste de Barquisimeto es uno de los centros más económicos, que se estima la cesárea a $ 490 y es solicitado por pacientes que planifican con antelación. En 2.020 atendieron 130 cesáreas, con promedio de 11 mensual, cuyo repunte fue en marzo con 22 y abril de 20 intervenciones. Hasta febrero de 2.021, registran 23.
Según Francisco Morello, coordinador de este centro asistencial, desde el año pasado se ha tenido más demanda en este servicio, que garantiza los especialistas como ginecobstetra, anestesiólogo, instrumentistas y otros dispuestos a realizar el trabajo de parto.
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