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Fue a consulta por un dolor en la pierna y terminó recibiendo una terapia conocida como ‘Diablo Rojo’

Como nutrióloga profesional y ávida corredora, Beth Kitchin ha llevado una rutina saludable toda su vida.

Comía bien, le encantaba correr, hacer senderismo y levantar pesas, corrió un par de maratones y practicaba yoga y tai chi. Kitchin no tenía “absolutamente” ningún problema de salud, hasta que empezó a sentir un dolor persistente en una de sus piernas en el otoño de 2020.

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“Estaba extremadamente sana”, dijo a TODAY.com Kitchin, que ahora tiene 60 años y vive en Birmingham, Alabama.

“Realmente era una persona que le salía muy barata a mi compañía de seguros”, añadió.

Aun así, el dolor –en la parte interna del muslo izquierdo– seguía molestándola. Tenía la sensación de un tirón muscular, quizá debido a un exceso de ejercicio o a una lesión al correr, pensó.

El fisioterapeuta que la atendió creyó que se trataba de una bursitis –inflamación provocada por el uso excesivo de una articulación–, pero solicitó una resonancia magnética para obtener un diagnóstico adecuado.

“Mi peor pesadilla”
Unas horas antes de la resonancia, en febrero de 2021, Kitchin –profesora jubilada de Nutrición en la Universidad de Alabama en Birmingham– se sentía despreocupada y posaba para unas fotos en las que demostraba unos ejercicios para un próximo estudio de salud.

Pero después de la resonancia magnética, un médico quiso hablar urgentemente con Kitchin por teléfono. El escáner reveló tumores en ambas piernas que parecían cáncer óseo metastásico. El hallazgo lucía como una sentencia de muerte.

“Fue como mi peor pesadilla”, recordó. “Vino mi novio y nos pusimos a llorar y a hablar de qué íbamos a hacer. Estábamos planeando mi muerte”.

Pero el verdadero diagnóstico aún estaba por llegar. Si era un cáncer óseo metastásico, ¿Dónde estaba el cáncer original? Los médicos no podían encontrarlo. Todos los resultados de las pruebas de Kitchin eran normales y ella se sentía bien, aparte de ese persistente dolor en la pierna.

Finalmente, una biopsia de los tumores del fémur reveló la respuesta.

“Me dijeron que no tenía un cáncer óseo metastásico, sino una leucemia linfoblástica aguda tratable”, relató.

“Así que, por extraño que parezca, que alguien me dijera que tengo leucemia fue un gran alivio”.

¿Qué es la leucemia linfoblástica aguda?
La leucemia linfoblástica aguda es un cáncer de la sangre agresivo que afecta a un tipo de glóbulos blancos, según el Instituto Nacional del Cáncer.

Comienza con un cambio en una única célula madre de la médula ósea, que luego se multiplica en miles de millones de células mutadas, lo que provoca una escasez de células sanguíneas normales, de acuerdo con la Sociedad de Leucemia y Linfoma.

No hay una causa clara ni forma de prevenir la enfermedad, según la organización.

Este cáncer de la sangre puede provocar lesiones óseas en casos poco frecuentes, por lo que el dolor óseo o articular es uno de los síntomas. Kitchin no presentaba ninguno de los signos de alarma más comunes, como fatiga, dificultad para respirar y palidez.

La enfermedad es tratable, pero el tratamiento es brutal.

Kitchin necesitó primero quimioterapia en el hospital para destruir el mayor número posible de células cancerosas. Cuando Kitchin ingresó en el centro médico, en abril de 2021, sufría “dolores absolutamente insoportables” a causa de los tumores óseos.

Quimioterapia ‘diablo rojo’
Uno de los fármacos de la quimioterapia que recibió durante su ingreso de dos semanas y media fue apodado diablo rojo porque es de color carmesí, y es tan tóxico que las enfermeras tenían que ir tapadas cuando se lo inyectaban en el cuerpo.

Tras esa estancia en el hospital, Kitchin recibió otras tres quimioterapias durante ingresos que duraron unos cinco días cada uno. Acabó viendo toda la serie de The Golden Girls (Las chicas de oro) y se hizo fan del canal HGTV durante sus estancias hospitalarias.

Kitchin se relaja en casa tras la primera ronda de semanas de quimioterapia.

El objetivo de la quimioterapia era mantenerla en remisión hasta que pudiera encontrar un donante de células madre y someterse a un trasplante, que le proporcionaría células hematopoyéticas [Célula inmadura que se puede transformar en todos los tipos de células sanguíneas, como glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas) nuevas y sanas. Un donante compatible fue hallado mediante una lista de personas.

El trasplante de células madre tuvo lugar el 31 de agosto de 2021.

“Parecía salsa de tomate en la bolsa”, recordó Kitchin al ver las células madre donadas. “Ya tenía un puerto [intravenoso] y simplemente te tumbas ahí y te transfunden. […] No hay nada excitante”.

‘Rocky’ recupera la salud
Justo cuando la salud de Kitchin parecía mejorar, sufrió un revés varios meses después de su trasplante.

Las células madre del donante empezaron a atacar sus células sanas, una complicación conocida como enfermedad de injerto contra huésped, según la Sociedad de Leucemia y Linfoma.

Sufrió una grave inflamación, erupciones cutáneas, problemas hepáticos, llagas en la boca y otros síntomas. Estaba débil, rígida y no podía andar.

“Mi cuerpo me horrorizaba”, relató. “Me miraba a mí misma y veía a un extraño que me devolvía la mirada. Me horrorizaba. Nunca me había sentido mal con mi cuerpo”.

“Estaba enfadada. Sentía que mi cuerpo me había traicionado de alguna manera”, dijo Kitchin.

Los medicamentos para cada síntoma ayudaron a controlar el calvario. Un fisioterapeuta consiguió que volviera a caminar. Se apuntó a un gimnasio en enero de 2023 y pudo volver a levantar pesas y caminar en una corredora.

En la actualidad, dedica dos horas al día a hacer ejercicio: hace paseos al aire libre, carreras a pie y estiramientos.

Se encuentra bien, pero aún tiene mareos y neuropatía en los pies debido a la quimioterapia. Kitchin puede llevar una vida normal, pero su enfermera le dijo que se preparara para algunos problemas de salud.

Kitchin volverá a la normalidad en otoño de 2024. Le encanta Halloween.

La dietista nunca tomó medicamentos antes de su diagnóstico, pero ahora debe recurrir a una larga lista de ellos. Después de ver lo mucho que cuestan los fármacos, se ha convertido en una activista de la medicina asequible.

Lo sorpresivo de todo esto aún la estremece. La gente cree que una vida sana significa que no enfermará, pero no es así, señaló.

“Estaba enfadada. Sentía que mi cuerpo me había traicionado en cierto modo. Sentía que el universo se estaba burlando de mí”, comentó.

“Ahora estoy atenta a cosas que nunca pensé que tendría que vigilar. […] Es normal estar enfadado. Es normal estar cansado. Pero lo superas”, sostuvo.

Con información de Telemundo.

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