Variedades

Hace 194 años murió el Libertador Simón Bolívar

194 años se cumple este martes de la muerte del héroe más grande de Latinoamérica, el Libertador Simón Bolívar. El deceso se produjo en la quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, Colombia, donde había llegado el 6 de diciembre por invitación del español Joaquín de Mier y Benítez.«A la una y tres minutos de la tarde murió el sol de Colombia», decía el comunicado oficial. Tenía 47 años y la causa del fallecimiento fue tuberculosis, certificado por el doctor Alejandro Próspero Révérent, como consecuencia de un catarro mal curado.

De acuerdo al libro Los Ultimos Días del Libertador, de Ramón González Paredes, como sentía ardor en la orina, el doctor Reverend le mandó agua de linaza.En la tarde, a las seis, comenzó a delirar y el pulso se le tornó muy apresurado. Le colocaron refrigerantes en la cabeza y lo frotaron con estimulantes en el espinazo, y le aplicaron un cataplasma con polvo de mostaza. El doctor, además, ordenó una mixtura pectoral, con el propósito de aumentar la expectoración.El día doce había pasado una mala noche, con desvaríos y grande expectoración. Le untaron en la nuca linimento vesicante de Gondret. El día trece, sobre todo al mediodía, sus ideas se mostraron confusas.

Sin embargo en el atardecer, resultó despejado y tranquilo. Le aumentó la tos y el expectorante hizo su efecto, pero el pulso continuaba febril y heladas las extremidades del cuerpo. Tomaba por agua, tisana de linaza. Ingirió, como alimento, dos tazas de caldo, gelatinas y varias tazas de sagú.Se mostraba inquieto y pedía a cada rato a José Palacios, su mayordomo, que lo mudase de la cama a la hamaca y viceversa, pues no encontraba sosiego en sitio alguno.

Recibe las noticias directo en tu Whatsapp.
UNIRME A CANAL DE WHATASPP

El Canal del WhatsApp es más seguro, ya que otros usuarios no ven tu número telefónico

El dieciseis, el doctor Reverend, en su boletín, anota: «semblante hipocrático y pulso miserable». Ya el Libertador no toma alimento desde las nueve de la noche, a pesar de empeñarse José Palacios en hacerlo tragar alguna cucharada de caldo de pollo. Pero el enfermo retira el rostro con repugnancia.El Libertador orina sangre. Su resuello se torna fuerte, ruidoso, difícil. Desde las ocho hasta la una del día diecisiete, demuestra una respiración que el doctor Reverend califica de «anhelosa». El pulso apenas es sensible

Hay suspensión total de la orina. A las doce le empieza el ronquido de la muerte. El doctor Reverend, sentado a la cabecera del moribundo, le toma una mano y encuentra apenas un pulso trémulo; la respiración se le vuelve a Bolívar estertosa, sin que hubiera señas de pena o de dolor en su rostro.Entonces se dirige el médico al séquito que aguarda afuera, en el vestíbulo, y les dice: -Señores, si quieren presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo.

Todos entran: mudos, muy serios, con la tristeza reflejada en el rostro. Mariano Montilla tiene los ojos anegados de lágrimas. José Palacios solloza en un rincón. Bolívar luchaba en su agonía con múltiples enemigos, todos aquellos que habían contribuido, al par de la enfermedad, a exterminar su vida.

Por eso le dice a José Palacios: -Vámonos, vámonos, José … Esta gente no nos quiere … Lleven mi equipaje a bordo de la fragata. A la una en punto expiró.

Révérend practicó la autopsia, extrajo sus órganos para guardarlos en recipientes y el cuerpo de Bolívar fue embalsamado. Révérend estableció sin lugar a dudas que la causa de muerte fue una “tisis tuberculosa”

En la catedral permanecieron sus restos hasta 1942, cuando, para cumplir con su testamento, fueron trasladados a la catedral de Caracas.Posteriormente fueron llevados hasta el Panteón Nacional, el 28 de octubre de 1876, durante el gobierno de Guzmán Blanco.

El Carabobeño

Mira nuestras noticias en Instagram.
SIGUENOS EN INSTAGRAM


Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba