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La BBC de Londres recuerda a Billo Frómeta y su «Año nuevo, vida nueva» hoy 31 de diciembre

Billo Frómeta, el maestro de la música latina, quien hizo vibrar a múltiples generaciones en América Latina, experimentó un momento culminante en su carrera al dirigir la Orquesta Sinfónica de Venezuela en el majestuoso Teatro Teresa Carreño.

Este evento marcaba el cumplimiento de un sueño para Frómeta, quien había llegado de República Dominicana más de 50 años antes, en un viaje que simbolizó su llegada a un nuevo hogar.

Durante el ensayo general, la orquesta interpretó su obra «Un cubano en Caracas», destacando el célebre «Alma Llanera» y «El manisero». En un notable momento de creación musical, Frómeta combinó ambos temas, logrando una fusión que impresionó a todos los presentes.

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«Haber logrado a nivel sinfónico que una pieza no chocara con la otra fue realmente impactante», afirmó Amable, uno de sus hijos.Sin embargo, la gloria de ese momento sería efímera. Tras la actuación, Frómeta sufrió un derrame cerebral que lo llevó a la muerte ocho días después, el 5 de mayo de 1988.

Este trágico suceso ocurrió poco tiempo después de haber tenido la satisfacción de unir en su obra la música cubana y venezolana.

Pero la historia de Frómeta en Venezuela no es corta, había llegado al país en diciembre de 1937, junto a su entonces grupo, la Santo Domingo Jazz Band, que tras la presión del régimen de Rafael Leonidas Trujillo en su país, cambió su nombre a Billo’s Happy Boys.

Esta transformación inicial en su carrera fue crucial, ya que le permitió empezar a conectar con el público venezolano, un país que en esa época emergía de su propia dictadura.

La conexión entre Frómeta y Venezuela fue intensa. «Mi papá siempre recordó su llegada con cariño, como una aventura», compartió Amable. La libertad de expresión y la alegría que encontró en la nueva patria lo inspiraron a crear una música que resonó con la identidad venezolana. «Para él, Caracas se convirtió en la ciudad más hermosa del mundo», agregó el historiador Óscar Yánez.Frómeta influyó notablemente en la música de su nuevo hogar, trayendo ritmos como el merengue, las guarachas y los sones.

Su orquesta, inicialmente enfocada en el jazz, evolucionó y se diversificó hacia la música colombiana en los años 60, al mismo tiempo que lograba internacionalizar el carnaval y la música bailable en Venezuela.

Cautivó también las fiestas decembrinas y de fin de año de todos los hogares venezolanos, con un repertorio de canciones bailables.Una de ellas, recuerda el investigador Jesús Pérez Lárez, autor del libro «Billo Frómeta.

Hombre y orquesta», es una marcha compuesta por el argentino Alberto Castillo:Año nuevo, vida nuevamás alegres los días seránaño nuevo, vida nuevacon salud y con prosperidadEntre pitos y matracasentre música y sonrisael reloj ya nos avisaque ha llegado un año más

El legado de Billo Frómeta es innegable. Se estima que más de 500 músicos pasaron por su orquesta, la cual se convirtió en un símbolo cultural y un verdadero “cronista musical” de Caracas. La Billos’s Caracas Boys no solo fue pionera en presentar música popular en Venezuela, sino que también fue la primera orquesta venezolana en tocar en los Estados Unidos en 1969.

El gobierno de Venezuela declaró recientemente a Frómeta y su orquesta Patrimonio Cultural Inmaterial, reconociendo su invaluable contribución a la música y la cultura del país. En sus propias palabras, él decía: «Venezuela me lo dio absolutamente todo», un testimonio de su amor por esta nación que lo acogió y lo transformó en un ícono musical.

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