Le cortan parte del cerebro y ahora no siente miedo

Hasta los 28 años, Jody Smith estuvo atormentado por el conocimiento de que un día iba a morir.
Quizás esto se debió en parte al hecho de que su padre y su hermano murieron cuando él era joven; quizás también se debió a un defecto físico que hizo que su sistema nervioso fallara. En cualquier caso, el miedo a su inevitable mortalidad consumió sus pensamientos, atormentándolo con ansiedad y agotando su energía mental.
Hasta que le cortaron parte del cerebro.
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Era la amígdala correcta, para ser exactos: una pequeña colección de células cerca de la base del órgano que constituye el circuito de amenaza-respuesta de una persona, analizando información sensorial y, en ciertas situaciones, desencadenando esas emociones que típicamente asociamos con “miedo”.
Ahora Smith, de 32 años, no tiene «miedo» a nada. En un nivel primario, fisiológico al menos, se ha vuelto completamente intrépido.Anuncios
“Cuando digo que ya no siento ‘miedo’, estoy usando la palabra para describir un sentimiento único”, comenta Smith, que vive en la ciudad de Nueva York. “La gente describe muchas cosas con la palabra ‘miedo’, como ‘Tengo miedo a las chicas’ o ‘Tengo miedo al fracaso’, pero me refiero al miedo que sientes al enfrentarte a la muerte o al lesión. Ese es el miedo que se eliminó».
Desde que me sometí a una compleja cirugía cerebral, dice Smith, «mi evitación de daños reptilianos ha sido reemplazada por una versión más lógica».
El miedo, una de nuestras emociones más primitivas, y posiblemente la primera y la última que experimentan muchas personas, es solo un instinto; un reflejo del cerebro; una interacción ultrarrápida de entradas sensoriales, salidas químicas y señales eléctricas.
Para la mayoría de nosotros es ineludible. Después de todo, el miedo siempre nos ha mantenido vivos. Pero en realidad no lo necesitamos para vivir, como ha demostrado el caso de Smith.
“El miedo es más mecánico de lo que pensaba; más como un dolor de estómago o un dolor de cabeza que otros pensamientos o emociones”, dice. “Ya que aparentemente eliminé el miedo, me gusta describir la mente y los problemas psicológicos más como dolores de estómago que defectos de personalidad. Fue asombroso lo simple que resultó ser mi cerebro y mis sentimientos. Mi miedo paralizante a la muerte no era ‘quien soy’”.
Agencia