Los enemigos de la democracia en EEUU: Populismo,radicalismo y desinformación

El ataque al Capitolio de Estados Unidos revive el debate sobre la fragilidad de las democracias en un mundo en el que más de la mitad de la población vive bajo autoritarismos o regímenes “híbridos”, según The Economist.
Para la doctora en ciencias sociales y politóloga María Puerta Riera, la democracia en Estados Unidos fue minada por los representantes del partido de gobierno (Republicano) que sembraron desconfianza en el sistema electoral.
Pero esto es solo el resultado de una crisis más profunda que inició desde el momento mismo del ascenso al poder de Donald Trump, según la analista.
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“La democracia en Estados Unidos comenzó a manifestar signos de agotamiento cuando Trump fue electo en 2016. Esa aspiración a castigar a la clase política con un outsider era síntoma de algo más profundo. Progresivamente, el partido Repúblico se ha ido alejando de las prácticas consensuadas de una democracia: no haberle permitido a (Barack) Obama escoger el reemplazo del Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, por ejemplo, fue una demostración de poder absoluto bloqueando espacios para la negociación política”, expone.
Puerta enumera algunos factores que identifica como los enemigos del sistema democrático en Estados Unidos. Destaca el exclusión social y la desinformación.
“La exclusión social facilita la radicalización, aunque también hay razones ideológicas o económicas. Sin embargo, las razones culturales, que es el caso de los Estados Unidos, están entre los factores más importantes para entender el fenómeno de radicalización que vivimos. El cambio demográfico que viene experimentando este país ha ido alimentando la ansiedad del sector mayoritario (blanco) que percibe que su identidad está siendo amenazada y necesita luchar por preservarla. Esto se puede observar también en algunos países europeos”, señala.
La investigadora subraya el efecto negativo de los medios y las redes sociales “que están contribuyendo a la desconfianza sobre la democracia con la difusión de desinformación”.
“El debilitamiento de la democracia también es consecuencia de sectores políticos que no creen en la democracia, pero la utilizan para alcanzar el poder y luego desactivar los controles y mecanismos de protección para perpetuarse. El deber de todos los que creemos en la democracia es educar y advertir sobre los peligros de estas aspiraciones para evitar que sean favorecidos por los electores”, sostiene.
Del populismo al autoritarismo
El internacionalista Félix Arellano afirma que el principal enemigo de las democracias son los discursos radicales de derecha o de izquierda que prometen soluciones irreales, crean falsos enemigos y promueven la violencia desde la xenofobia o el racismo.
El uso de la pobreza como mecanismo de control y manipulación también es propio de los regímenes no democráticos, agrega Arellano.
Menciona como ejemplos ilustrativos del socavamiento de la institucionalidad y la democracia a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero advierte que Colombia, Argentina y Chile son democracias vulnerables en la región.
“Los líderes políticos como Trump buscan polarizar, mantener a sus fanáticos unificados, homogéneos y radicalizados como lo sentimos en este ataque al Congreso de los Estados Unidos. Los seguidores terminan mitificando a la persona, crean falsos ídolos, esto lo vemos en buena parte de América Latina donde se crean falsos héroes que lo van a resolver todo. No hay racionalidad, hay obsesión y todos estos elementos generan inestabilidad, lo importante es que las instituciones respondan para preservar la democracia”, explica.
A su juicio, la institucionalidad en el país del norte se mantiene sólida. “El presidente Trump no logró controlar a la Corte Suprema. Cuando vemos un sistema judicial controlado por el Ejecutivo empezamos a ver la debilidad de la democracia porque se empieza el monopolio del poder. Trump no pudo controlar ni a su propio partido, vemos al propio vicepresidente (Mike Pence) e incluso el líder del Senado (Mitch McConnell) desmarcándose”, manifiesta.
El Congreso debió actuar con más celeridad frente a los discursos y medidas de corte excluyente, xenofóbico y racista de Trump, en opinión de Arellano; sin embargo, reitera que la institucionalidad está funcionando en medio de lo que denomina como una “prueba de fuego”.
El profesor universitario considera que los ciudadanos organizados en partidos políticos, gremios, sindicatos, las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación son fundamentales para la defensa de la democracia, para la denuncia sobre hechos de corrupción y violación de derechos humanos.
“Los políticos deben abrazar un lenguaje que refuerce los valores democráticos, apartarse de la tentación de utilizar la desinformación como estrategia comunicacional y la ciudadanía debe educarse, porque la democracia, además de ser una forma de gobierno, es una práctica social“, concluye la politóloga María Puerta Riera.
Agencias