“Preferimos morir antes que seguir así”: el trágico caso de las siamesas que vivieron 29 años unidas por la cabeza
“Fue imposible disuadirlas. Creo que si un minuto antes de la cirugía nos llegan a decir ‘hemos cambiado de opinión’, todos en el equipo de cirujanos nos habríamos sentido extremadamente felices, pero las siamesas simplemente insistían en que su vida unidas por la cabeza era peor que la muerte”, dijo el doctor Ben Carson en una entrevista televisiva que dio la misma noche del 8 de julio de 2003 al canal ABC News.
Carson era el director de neurocirugía pediátrica del Hospital de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y uno de los líderes del equipo de 28 médicos y más de cien asistentes que había intentado en Singapur lo que se sabía imposible: separar con éxito a dos siamesas adultas unidas por la cabeza.
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Durante años, las iraníes Ladan y Laleh Bijani habían buscado por todo el planeta a un cirujano dispuesto a hacer esa operación que no tenía precedentes. Cuando lo lograron tenían 29 años, eran abogadas y estaban dispuestas a morir en el intento.
La operación se prolongó durante dos días, hasta que el 8 de julio, ya separadas pero todavía bajo los efectos de la anestesia, la siamesas murieron con menos de dos horas de diferencia: Ladan falleció a las 8:30 de la mañana, Laleh, a las 10.
El encargado de dar la noticia a la enorme cantidad de periodistas de todo el mundo que montaba guardia a la espera de noticias fue el director del Hospital Raffles, Loo Choon Yong.
“Ladan y Laleh murieron poco después de que los cirujanos del equipo lograran separarles los cerebros. Nunca se había intentado separar a dos siamesas adultas craneópagas por los altísimos riesgos que implicaba. Aceptamos ese desafío, sabíamos que los riesgos eran grandes y que uno de los escenarios posibles era que perdiéramos a ambas. Ladan y Laleh también lo sabían”, leyó de un comunicado oficial y no quiso contestar preguntas.
Un periodista a de un diario local logró conversar con una enfermera que había participado de la intervención. La mujer no quiso dar detalles y simplemente dijo: “Arriba todo el mundo está llorando”. Ella también lloraba.
La Patilla