Qué se siente antes de morir: la ciencia tiene respuesta a una de las grandes incógnitas de la humanidad
La muerte es uno de los grandes enigmas escrito en letras mayúsculas. La teoría nos dice que en términos generales con el paro cardíaco, la actividad cerebral disminuye a los 4 minutos, y en este tiempo se producen alucinaciones. A la muerte cerebral le sigue la palidez, y posteriormente una coloración rojiza. La temperatura corporal desciende y el rigor mortis se impone para luego desaparecer y comenzar la descomposición.
Ochocientos grados es la temperatura requerida para que los huesos se conviertan en ceniza, unido a los dos metros de tierra necesarios para enterrar un cuerpo que huele a escatol y cadaverina. Este panorama en la sociedad actual puede incluso generar la tanatofobia. No en vano, España en 2022 fue el segundo país de Europa con mayor exceso de mortalidad, según el Eurostat.
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Una visión que hace que la idea de morir «en la imaginación de la gente, parezca espantosa; sin embargo, estas percepciones pueden no reflejar necesariamente la realidad», esto es lo que afirma un estudio publicado en ‘Psychological Science’, que contradice las visiones más habituales sobre el fin de la vida.
Esta investigación estudió los sentimientos de los moribundos los días previos a que su vida acabase. Para ello compararon la experiencia afectiva de las personas que se enfrentaban a la muerte porque o bien eran pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o eran personas en el corredor de la muerte. Y las contrastó con la de las personas que simplemente imaginan una defunción inminente. Concluyendo que esta cercanía con la muerte puede ser «inesperadamente positiva».
A los grupos cuya muerte sería real se les pidió escribir en blogs personales sus últimos pensamientos. En los pacientes con ELA, los mensajes fueron positivos, y algo similar ocurrió con quienes estaban condenados a muerte. Pero observaron que, en relación con los escritos del grupo de personas que simplemente tenían que imaginar su muerte, éstos últimos dejaban mensajes más negativos.
Este fenómeno se agudizaba a medida que pasaba el tiempo y se aproximaba el momento final y los enfermos apelaban más aún a sentimientos positivos.
Kurt Gray, líder de la investigación, de la Universidad de Carolina del Norte, a raíz de esto apuntaba que «los seres humanos son increíblemente adaptables, tanto física como emocionalmente. Las últimas entradas de blogs de pacientes con enfermedades terminales y las últimas palabras de los presos condenados a muerte están llenas de amor, conexión social y significado». Y sentenciaba «la muerte es inevitable, pero el sufrimiento no lo es».
Romper barreras
Ya en 2013, un grupo de científicos de la Universidad de Michigan publicaron en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ un trabajo en el que observaron a las ratas de laboratorio. Midieron su actividad cerebral poco después de la muerte clínica, lo curioso es que tras sufrir un paro cardíaco, las ratas que no tenían latidos ni tampoco respiraban, sin embargo aumentaban su actividad cerebral global.
Los expertos relacionaron estos resultados con estudios anteriores sobre la percepción consciente de las personas, planteando la posibilidad de que el cerebro no está inactivo cuando nos morimos. Lo que significaba que el experimento desafiaba la suposición de que el cerebro permanece inactivo durante la muerte. Antes del deceso puede darse un período de mayor consciencia. Sus responsables declararon que «este estudio establecía la base para futuros estudios en humanos que investigan las experiencias mentales que ocurren en el cerebro moribundo, como ver la luz durante el paro cardíaco».
Experiencia psicodélica
Fue en 2018 cuando destacó un proyecto, ya en humanos, realizado por el Imperial College de Londres que analizaba por un lado las experiencias cercanas a la muerte o ECM. Según algunas estadísticas, las viven aproximadamente una de cada cinco personas que superan una muerte clínica. Y al mismo tiempo, se pretendía examinar las alucinaciones que genera una droga psicodélica como el DMT. Un poderoso compuesto que puede replicar las experiencias cercanas a la muerte en el cerebro.
Tal como quedó en evidencia cuando pidieron a los sujetos del estudio que que describieran sus experiencias lisérgicas usando para ello una lista de verificación que se usa para evaluar las experiencias cercanas a la muerte. Querían averiguar si habrían puntos en común, y de hecho así fue.
Ambos grupos tuvieron sensaciones como trascendencia del tiempo y el espacio, experiencias extra-corporales, sentimientos de transición a otro mundo y de paz interior. De ahí que Chris Timmermann, líder de la investigación afirmase que la experiencia de casi morir resultaba ser increíblemente similar a un poderoso alucinógeno.
Lo que sabemos ahora es que parece haber un aumento de la actividad eléctrica. Y comentaba a la BBC que «las ondas gamma parecen ser muy pronunciadas y pueden ser responsables de las experiencias cercanas a la muerte. También hay regiones específicas en el cerebro, que son áreas que se encargan de la memoria, el sueño e incluso el aprendizaje que podrían estar relacionadas también con esas experiencias».
Suceso casual
Los científicos van así desentrañando algunas de las grandes preguntas como la idea de que uno ve su vida ante tus ojos antes de morir. En un caso único un grupo de neurocientíficos estonios registró por casualidad la descarga de recuerdos en el cerebro de un hombre a punto de morir.
El equipo de la Universidad de Tartu, en Estonia, estaban realizando un electroencefalograma a un paciente de 87 años, enfermo de epilepsia. Pretendían estudiar las convulsiones, pero durante la prueba, sufrió un infarto y falleció, pero sus últimas señales cerebrales quedaron grabadas. Es la primera vez que se registra la actividad de un cerebro humano en el momento del fallecimiento.
900 segundos donde se observaron patrones rítmicos de ondas cerebrales similares a los que ocurren durante los sueños, la meditación o el recuerdo. El doctor Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville, señala que «el cerebro puede estar reproduciendo un último recuerdo de momentos importantes de la vida justo antes de morir«
La patilla