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Venezolana sobreviviente de Paiporte, cuenta su experiencia aterradora

Paiporta es una localidad de 27.000 habitantes –ubicada a poco más de 10 kilómetros de Valencia– considerada como la “zona cero” de la DANA por la devastación que ha dejado a su paso. Mailuska Bravo, caraqueña, reside en ella desde hace un año junto con su novio, un guardia civil que fue determinante para que ella sobreviviera a la riada registrada aproximadamente a las 7y30 de la noche del pasado martes 28 de octubre.

«Milu”, como la conocen, acababa de salir de su apartamento para que King Kong, su perrito chihuahua, hiciera sus necesidades fisiológicas. De pronto, Bravo, quien en Venezuela llegó a trabajar en Venevisión como diseñadora de modas, escuchó los gritos de su pareja: ‘¡Corre Milu, corre Milu, que allá viene el río!”.

Lo demás fue todo como en cámara rápida.

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«Yo me asusté y agarré al perro, que es pequeñito, no entendía, pero empecé a correr y cuando estoy llegando al edificio empezó a llegar el río, el agua apenas me tocó los pies”, recuerda.

«Fue horrible, horrible, por el ruido, por los coches que arrastraba el agua, la gente que gritaba, Hubo un autobús que se quedó varado con gente y dentro gritaban porque el agua subía. Yo estaba en mi terraza y el corazón se me iba a salir, pero no podía hacer nada. No paraba de gritar y llorar…”, detalla “Milu

El río arrastró un yate

Luego de ese evento que los estremeció, la pareja de la venezolana con 14 años en España, la sacudió y le pidió que hiciera rápido una mochila con lo que primero que viera, lo más urgente. “De inmediato subimos a la azotea porque no sabías si el agua iba a subir. Veíamos como el agua arrastraba los autos, camiones, hasta un yate tenía al frente de mi casa. Era impresionante también la cantidad de basura”, rememora.

Esa primera noche Mailuska no durmió. A su esposo le tocó trabajar en medio de la tragedia que sacudió a la Guardia Civil. “Fue devastador. Yo me quedé con mi perrito. Estuve sin luz, sin agua. Traté de no usar mucho el teléfono, no quería consumir la batería”.

«Ya hoy viernes me tropiezo con otra cara: veo numerosos gestos de solidaridad con el pueblo y a eso le sumo una enorme cantidad de mensajes de conocidos, amigos y familiares que me escriben y que me llaman. Pese a que mi novio casi no puede estar aquí por mucho tiempo, me siento muy acompañada”.

Los grupos de voluntarios, bomberos y organizaciones ayudan a la comunidad con alimentos y agua potable. “Lo único que nos hace falta es agua para bañarnos, pero poco a poco, nos estamos levantando”.

Versión Final

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