El trágico final del hombre más alto de la historia que nunca paró de crecer
Con 2.72 metros de altura, Robert Wadlow se convirtió en el hombre más alto de la historia. Su afabilidad, educación y tamaño le sirvieron no solo para ganarse un puesto en casi todas las ediciones del libro Guinness World Records -desde su inauguración en 1955-, sino también para obtener el amor de decenas de personas y el título de héroe de Alton, su ciudad natal.
“Toda la historia de Robert es absolutamente fenomenal porque incluso cuando murió nos siguió enseñando muchas lecciones. Una de sus frases favoritas fue ‘mantente alto y sé la mejor persona que puedas ser’. Él ciertamente hizo eso durante toda su vida”, señaló Nancy Alexander, del Museo de Historia y Arte de Alton, para un documental del diario ‘The Telegraph’.
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El ‘gigante de Alton’, como era cariñosamente llamado por la comunidad estadounidense, tuvo una corta, pero fructífera vida. Sus manos de 32,3 centímetros (cm) y sus pies de 47 cm no le impidieron convertirse en una celebridad, brillar por su inusual cualidad y perdurar, incluso después de su muerte, en los archivos de Guinness World Records como el hombre más alto de la historia.
Un niño de magnitudes exorbitantes
Cuando Robert Wadlow nació, el 22 de febrero de 1918, su llegada no fue diferente a la de muchos bebés. Sano, feliz y saludable, solo pesó 3.85 kilogramos, una cifra que se posiciona entre los estándares normales de un recién nacido, de acuerdo con el portal especializado ‘Kids Health’.
Sin embargo, la normalidad no duró mucho: su edad avanzó y con ella su tamaño. Para los cinco años alcanzaba una altura de 1.73 metros y para los ocho, ya había superado a su padre, quien medía 180.3 centímetros.
“Cuando la mayoría de los niños todavía estaban siendo llevados por sus padres, Robert fue capaz de cargar a su padre por las escaleras de su casa”, señala la página del Guinness World Records.
La exorbitante altura que fue adquiriendo a medida que pasaba el tiempo no pasó desapercibida. Pronto Robert comenzó a sobresalir por encima de la mayoría de adultos; sin embargo, eso no fue impedimento para que tratase de llevar una vida normal.
A los 13 años se convirtió en el Boy Scout más alto del mundo con una altura de 2,23 metros. Aunque tuvo que personalizar el uniforme, una carpa y el saco de dormir, su compromiso con la organización, la comunidad y consigo mismo era mucho más fuerte que cualquier número.
En su colegio, la situación tampoco distó mucho de la anterior. Con bloques de madera en la parte inferior, las escuelas hicieron pupitres especiales para él. El objetivo, por supuesto, era brindarle comodidad, seguridad y, sobre todo, normalidad.
“Los profesores dijeron que le iba bien en la escuela. Las sillas, mesas y todo eran muy pequeños para él, así que siempre tenía que sentarse en la parte trasera del salón”, detalló Alexander para el documental citado anteriormente.
Su altura, lejos de mostrar signos de desaceleración, no hizo más que aumentar. Cuando se graduó de la escuela secundaria, en 1936, medía 2,54 metros de altura, según el portal especializado en ciencia e historia ‘All That’s Interesting’.
Aunque su vida fue emocionante en muchos aspectos, también fue difícil. Las casas, los espacios públicos y los artículos domésticos no estaban hechos para un hombre de su tamaño y, por lo tanto, tenía que hacer concesiones y ajustes para poder realizar tareas sencillas. Pronto su estatura comenzó a afectar no solo su vida cotidiana, sino también su estado de salud.
Robert fue diagnosticado por los médicos con gigantismo hipofisario a los 12 años, según la página oficial de Guinness World Records, un trastorno infrecuente que implica un exceso en la hormona de crecimiento. De acuerdo con el Manual MSD -libro médico especializado en enfermedades y tratamientos-, esta enfermedad genera aumento en la velocidad de crecimiento de los huesos y, también, en la estatura final.
El gran tamaño de Robert no tardó en pasarle factura: tenía aparatos ortopédicos y un bastón. Fueron sus piernas las que causaron muerte prematura el 15 de julio de 1940, a la edad de 22 años.
La falta de sensibilidad en sus extremidades inferiores le impidió notar la formación de una ampolla séptica, causada por uno de sus aparatos ortopédicos. Si bien los médicos hicieron todo lo posible para salvar su vida, la altura de Robert lo había dejado con un sistema inmunológico debilitado que, finalmente, lo hizo sucumbir a la infección.
‘El gigante amable’, como también era conocido por su comunidad, fue sepultado en un ataúd que midió 3,28 metros de largo, 81 centímetros de ancho y 76 centímetros más de profundidad. Sus familiares, amigos y allegados dieron el último adiós en el cementerio de Oakwood, ubicado en su ciudad natal.
La falta de sensibilidad en sus extremidades inferiores le impidió notar la formación de una ampolla séptica, causada por uno de sus aparatos ortopédicos. Si bien los médicos hicieron todo lo posible para salvar su vida, la altura de Robert lo había dejado con un sistema inmunológico debilitado que, finalmente, lo hizo sucumbir a la infección.
‘El gigante amable’, como también era conocido por su comunidad, fue sepultado en un ataúd que midió 3,28 metros de largo, 81 centímetros de ancho y 76 centímetros más de profundidad. Sus familiares, amigos y allegados dieron el último adiós en el cementerio de Oakwood, ubicado en su ciudad natal.
Diario El Tiempo